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PalmaSana y Productividad
Contenido Editorial publicado en PalmaSana y Productiva Núm. 9
Ante el panorama, Cenipalma sigue capacitando, acompañando a las plantaciones afectadas, socializando y fortaleciendo la estrategia de diagnóstico y manejo.
Las bondades de los cultivares híbridos en materia de productividad y de sanidad, han significado la redención para los palmicultores de varias zonas del país. Sin embargo, tres enfermedades los están afectando. Es momento de conocer, prevenir o actuar.
Las pudriciones seca y húmeda del estípite se están presentando en cultivares híbridos de las zonas Central y Oriental, mientras que la Pudrición de Bases Peciolares ya ha sido detectada en diferentes zonas.
Greicy Andrea Sarria, Líder de Fitopatología de Cenipalma, explica las características de cada una de estas enfermedades, cómo detectarlas, pero, también, cómo prevenirlas y tratarlas.
Pudrición seca de estípite
La presencia del insecto Strategus aloeus en viveros o en plantaciones en donde fue trasplantado el híbrido es considerado como uno de los principales desencadenantes de esta pudrición, una de cuyas características es que no presenta síntomas. Y ese es justamente el mayor problema, pues la planta puede verse verde y sana, mientras la base del estípite se va degradando hasta perder el anclaje y volcarse.
Lo más preocupante es que se está presentando en palmas muy jóvenes y productivas, con edades entre los 3 y 10 años.
¿Cómo proceder? a través del cuidado de las plantaciones, en sus primeras etapas, para preservarlas de S. aloeus. Así se evita abrir las puertas a la entrada de patógenos que pueden dañar la base del estípite.
Si al revisar se ve que el daño es inferior al 40 % de la planta, Sarria aconseja hacer remoción de tejidos afectados y colocar una pasta protectante. Para un porcentaje superior se debe dar manejo de control biológico y químico.
En caso de que el número de palmas afectadas sea muy bajo, es mejor eliminarlas, eso sí, teniendo cuidado de no apilar los residuos picados en rodajas y aplicarles fungicida, insecticida y cal viva. Por supuesto, al igual que en todos los casos, hacer censos periódicos para estar alerta.
Pudrición húmeda de estípite
Contrario a la anterior, esta enfermedad asociada a bacterias, letal y sin cura, sí presenta síntomas: pudrición de racimos, de inflorescencias, secamiento y marchitez desordenada.
El principal indicio para no confundirla con otros tipos de marchitez es la forma como se degradan las hojas, que toman un aspecto oscuro (como quemado) desde la punta, que se va extendiendo por todos los foliolos. Sin embargo, esta característica puede presentarse solo en algunos de ellos, no en todos. También se puede diferenciar por la pudrición acuosa en la raíz, lo cual se da en casos avanzados, y por la pudrición de la flecha.
Aunque puede afectar palmas adultas, frecuentemente se da en aquellas cuyas edades oscilan entre los 3 y 5 años.
Para el manejo, si la detección se produjo en época de lluvia, no se debe disturbar la planta, solo aplicarle herbicida, que la secará. Una vez esto ocurra se debe eliminar y enterrar en una zanja, aplicándole cal viva.
Evitar los encharcamientos y garantizar que los drenajes funcionen óptimamente, y no dejar palmas enfermas sin ningún tipo de tratamiento, son otras de las medidas. Esto sumando, por supuesto, a los censos periódicos.
Pudrición de bases peciolares
Esta pudrición, que hasta el momento se ha evidenciado solo en cultivares híbridos, es de fácil detección, bien por la visible degradación excesiva de las bases peciolares, o porque al golpear el tejido este se desprende. La enfermedad puede avanzar muy rápidamente y afectar el estípite, haciendo que pierda su perímetro y, al final, en un término de 2 o 3 años, por el peso de la planta, se parta.
El único tratamiento posible hoy es la remoción completa de los tejidos afectados y la aplicación en la zona de una pasta compuesta por fungicida, insecticida, bactericida, agua y un coadyuvante.
Es fundamental mejorar la calidad de la poda para garantizar bases peciolares cortas, tal como se hace en E. guineensis, pues de no hacerlo correctamente, es allí donde se desarrolla el problema.