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Pérdida de nutrientes por lixiviación y escorrentía en palma de aceite: prácticas de manejo para disminuirlas

Foto: Juan Camilo Rey Sandoval
Nota técnica

Por: 

Juan Camilo Rey Sandoval, Investigador Asociado I, Área de Suelos y Nutrición, Programa de Agronomía
Laura Viviana Morales Tejeiro, Responsable de Investigación, Proyecto Biocarbono Orinoquía, Dirección de Planeación Sectorial y Desarrollo Sostenible
Landers Isaac Torres Vera, Tecnólogo de Campo, Área de Suelos y Nutrición, Programa de Agronomía
David Leonardo Flórez Cárdenas, Estudiante Pasante, Área de Suelos y Nutrición, Programa de Agronomía
Lady Tatiana Rojas Díaz, Estudiante Pasante, Área de Suelos y Nutrición, Programa de Agronomía

Este artículo hace parte de los productos de divulgación del proyecto de inversión Investigación en la Agroindustria de la Palma de Aceite del Fondo de Fomento Palmero, administrado por Fedepalma.

Colombia es el cuarto mayor productor de palma de aceite en el mundo y algunos de los retos y oportunidades de esta agroindustria tienen que ver con la optimización del uso de los recursos asociados con la nutrición del cultivo, en especial de aquellos limitados como el suelo y el agua, además de lograr un equilibrio entre otros aspectos como la sostenibilidad y los ámbitos sociales y económicos.

Para obtener altas productividades de racimos de fruta fresca (RFF) y de aceite, la nutrición del cultivo de palma es fundamental, pues cuando el suelo no tiene la capacidad de suministrar los nutrientes necesarios para la planta, se hace necesaria la aplicación de estos elementos esenciales por medio de fertilizantes de síntesis química u orgánica. Al respecto, la labor de fertilización puede representar hasta el 45 % de los costos totales en los cultivares E. guineensis y el 39 % en los cultivares híbrido OxG.

De acuerdo con lo anterior, el correcto manejo de la fertilidad del suelo y promover su conservación por medio de buenas prácticas agrícolas son aspectos de suma importancia para el adecuado crecimiento y productividad de la palma de aceite. Además, la extracción continuada de los nutrientes a través de la cosecha, sin el respectivo retorno, conlleva al agotamiento de las reservas del suelo y la subsecuente reducción de la producción. Por otro lado, el uso excesivo de los fertilizantes y una nutrición desbalanceada también generan contaminación (derivado de sus pérdidas en el ambiente) con posibles consecuencias en el rendimiento y la rentabilidad.

Dos de las formas más comunes en las que se presentan pérdidas de los nutrientes aplicados en forma de fertilizantes son las pérdidas por lixiviación y escorrentía, las cuales se presentan de principalmente de manera natural. La lixiviación hace referencia al movimiento de los nutrientes en la solución del suelo hacia profundidades en las que ya no son alcanzados por las raíces para su consecuente absorción. Por su parte, la escorrentía es el movimiento superficial del agua en el suelo, los cuales pueden conllevar a pérdidas de suelo y nutrientes.

Ahora bien, la magnitud de ocurrencia de ambos fenómenos dependerá del tipo de suelo, la cantidad y distribución de las lluvias, la pendiente del terreno, el manejo agronómico, la etapa del cultivo, las dosis y formas químicas de los fertilizantes usados, las épocas y el número veces en las que estos se apliquen, entre otros factores.

De manera general, las prácticas de manejo más recomendadas para disminuir las pérdidas de suelo y nutrientes por lixiviación y escorrentía en el cultivo de palma de aceite son:

  • Sembrar coberturas leguminosas y el favorecer el crecimiento de vegetación acompañante con el fin de cubrir el suelo, aportar carbono y permitir el reciclaje de nutrientes.
  • Disponer de manera adecuada los residuos de poda y hacer uso de biomasa como los racimos vacíos o tusa.
  • Manejar correctamente de la acidez del suelo con el uso de enmiendas para favorecer la adsorción o almacenamiento de los nutrientes en el suelo.
  • Hacer un seguimiento adecuado y periódico de la física del suelo por medio de la evaluación de la necesidad de labranza con el fin de aumentar la capacidad de infiltración del agua y nutrientes en las primeras profundidades del suelo.
  • Aplicar los fertilizantes en las dosis, fuentes, formas y épocas adecuadas.
Figura 1. Presencia de coberturas leguminosas, vegetación acompañante y uso de racimos vacíos o tusa.
Figura 1. Presencia de coberturas leguminosas, vegetación acompañante y uso de racimos vacíos o tusa. Fotos: Juan Camilo Rey Sandoval.
Figura 2. Aplicación e incorporación de enmiendas para corregir la acidez del suelo.
Figura 2. Aplicación e incorporación de enmiendas para corregir la acidez del suelo. Fotos: Juan Camilo Rey Sandoval.
Figura 3. Evaluación de las propiedades físicas del suelo para definir la necesidad de labranza
Figura 3. Evaluación de las propiedades físicas del suelo para definir la necesidad de labranza. Fotos: Juan Camilo Rey Sandoval.
Figura 4. Aplicación e incorporación de enmiendas para corregir la acidez del suelo.
Figura 4. Aplicación e incorporación de enmiendas para corregir la acidez del suelo. Fotos: Juan Camilo Rey Sandoval.

 

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