Por:
Nolver Atanacio Arias Arias, Investigador titular, Coordinador programa de Agronomía Cenipalma
La necesidad de avanzar hacia una producción agrícola cada vez más sostenible y adaptada a los retos que plantean el cambio y la variabilidad climática, ha impulsado la búsqueda de estrategias que de manera conjunta incrementen la productividad a la vez que mejoran las condiciones de los agroecosistemas en los componentes económicos y sociales, pero especialmente aquellos relacionados con el ambiente.
En este contexto, aparece el concepto de “agricultura regenerativa” el cual hace referencia al desarrollo de procesos agrícolas teniendo como pilar fundamental la salud del suelo en sus componentes físicos, químicos y biológicos, y reconociendo la importancia de tres factores clave en el mantenimiento y regeneración de la salud del suelo: la diversidad mineral, la materia orgánica y los macro, y microorganismos del suelo. Todo esto bajo el entendimiento de los impactos que se tienen en aspectos como la conservación del agua, la eficiencia en el uso de nutrientes, la regulación biológica de plagas y también frente al mejor comportamiento a realidades como el cambio y la variabilidad climática.
Para la palmicultura en Colombia, de manera afortunada, la puesta en práctica de los conceptos de agricultura regenerativa resulta no solo imperativa sino también particularmente viable si se tienen en cuanta los cuatro principios clave para la conservación y mejoramiento de la salud del suelo:
- Baja remoción
- Cubrir el suelo
- Inclusión de diversidad de raíces
- Reciclaje de biomasa
Con relación a la baja remoción, a diferencia de los cultivos transitorios o semestrales, en la palma de aceite no es frecuente la intervención anual de los suelos y es frecuente que la necesidad de intervención mecánica o física de suelo con intervención de maquinaria agrícola se ejecute en períodos tan extensos somos 25 a 30 años, es decir, una vez se decide la renovación del cultivo. La baja remoción favorece los procesos de agregación del suelo y la estabilidad de las comunidades de macro y microorganismos.
Con respecto a cubrir el suelo, los suelos cultivados por palma permanecen cubiertos por vegetación o biomasa durante un alto porcentaje del ciclo de vida de la palma. Si se considera que el ciclo puede estar alrededor de 30 años, el periodo sin cobertura puede ser inferior a seis meses teniendo en cuenta las condiciones de climáticas en las cuales se cultiva la palma y que permite una rápida recuperación de la vegetación y la actividad de macro y microorganismos. Cubrir el suelo impacta el mejor uso del agua, la reducción de la escorrentía y la erosión, y el incremento de la eficiencia en el uso de nutrientes.
Por otra parte, resulta particularmente ventajoso para la palmicultura la posibilidad de incorporar al suelo diversidad de raíces. Esto es viable si se tiene en cuenta que para las condiciones de Colombia la palma de aceite se puede asociar con alrededor de 200 especies diferentes de plantas y que estas plantas pueden permanecer inalteradas por periodos de tiempo superiores a tres años y que además en alrededor del 70 % del área al interior de los cultivos (áreas de no tráfico), se puede permitir el crecimiento arbustivo de especies vegetales. Las raíces de las plantas son elementos clave en la salud física de los suelos favoreciendo la agregación de las partículas del suelo, la aireación, pero más importante aún, incrementando la diversidad biológica al ser sostén y simbionte de la vida en el suelo.
Por último, sobre el reciclaje de biomasa, la palma de aceite en etapa adulta puede llegar a producir alrededor de 20 toneladas de biomasa por hectárea al año representadas principalmente por la biomasa foliar (inflorescencias masculinas, peciolos y foliolos de las hojas) los cuales se reciclan en períodos de tiempo que normalmente no superan los 18 meses. Además, existen tres fuentes adicionales de biomasa y materia orgánica la suelo: las leguminosas de coberturas, las arvenses asociadas con la palma y el reciclaje de subproductos provenientes de la planta de beneficio de fruto, tales como los racimos vacíos y la fibra. Las arvenses pueden llegar a representar hasta un 7 % adicional de fijación de carbono en el agroecosistema de la palma. Aportar biomasa es impactar de manera directa la física, la química y la biología del suelo.
Teniendo en cuenta la importancia de avanzar hacia el desarrollo de una palmicultura bajo el concepto de agricultura regenerativa, desde Cenipalma se ha avanzado en la definición de indicadores y medición de los impactos de las prácticas asociadas con la regeneración del suelo con el propósito de promover su conocimiento, adopción y apropiación. En este sentido, la presente, es la primera de seis notas técnicas en las cuales se profundizará desde la conceptualización del término palmicultura regenerativa hasta el impacto y las ventajas que representa el camino de la regeneración del suelo y que a su vez le aporta a la diferenciación de la palma de aceite única y diferenciada.