Por:
Oscar Sanabria, Antropólogo, Responsable de Mejores Prácticas Sociales de Cenipalma
Alcibiades Hinestroza Córdoba, Líder de Asistencia Técnica de Cenipalma
El 21 de mayo de cada año se celebra en Colombia el día Nacional de la Afrocolombianidad, una fecha instituida a partir de la Ley 725 de 2001. Esta ley invita a los colombianos a encaminar acciones que propendan por “el respeto, protección y realización de todos los derechos humanos y libertades fundamentales de los afrodescendientes, como se reconoce en la Declaración Universal de los DDHH; reconocer de la Afrocolombianidad como raíz y patrimonio de la Nación, convocándonos a erradicar de la conciencia colectiva y de las relaciones inter-étnicas, los prejuicios racistas y las prácticas de exclusión e invisibilización contra la población afrocolombiana que prevalecen y se reproducen dentro de la sociedad nacional; difundir la Declaración Universal de los DDHH, que protege y reconoce los derechos y promueve la lucha contra el racismo y la discriminación racial; reflexionar sobre la contribución de los pueblos africanos y afrocolombiano a la construcción y desarrollo de la cultura y la sociedad nacional en una apuesta de paz”¹.
En la palmicultura colombiana, los afrodescendientes representan el 23,8 % de los palmicultores, siendo mayoritarios en la Zona Suroccidental (en Tumaco, representando el 88 % de su población) y en la Zona Norte (municipio de María la Baja, con un 40 % del total de palmicultores).
El poblamiento de estas regiones por comunidades afrodescendientes tiene sus raíces en la colonia. En el norte de Colombia, en inmediaciones del Canal del Dique, se fundaron los primeros palenques, territorios conformados por esclavos que escapaban de sus captores. Este fue el caso de Benkos Biohó, quien luego de huir de Cartagena con trece africanos, se dirigió a los Montes de María para organizar una rebelión que le llevó a conformar, en 1613, un territorio autónomo que sería reconocido por España como independiente en 1713 (San Basilio de Palenque, actualmente bajo jurisdicción del municipio de Mahates, Bolívar).
En el Pacífico colombiano la consolidación de las comunidades afrodescendientes estuvo marcada por la explotación minera y hacendista. De acuerdo con la información historiográfica, la población de esclavos y mulatos aumentó considerablemente a finales del siglo XVIII, incrementando las tensiones con hacendados y propietarios de minas en el suroccidente colombiano. Solo en Guayaquil, uno de los centros comerciales más importantes de la colonia, el número de esclavos y mulatos superaba demográficamente al de los blancos criollos.
Por este motivo, se promulgó la Real Cédula de 1789, cuyo fin era regular el trato a los esclavos y desincentivar las rebeliones de libertos y cimarrones. Sin embargo, poco tiempo después de ser promulgada, la cédula real fue suspendida, debido a la reacción negativa que tuvo por parte de esclavistas y hacendados. Aunque la instrucción real fuera abortada, sus efectos en la sociedad esclavista permanecieron: aumentaron las denuncias de malos tratos por parte de los esclavos, a través de los síndicos, y se fortalecieron los “derechos” de los esclavos para lograr su libertad por medio de mecanismos como el pago por la manumisión.
Adicionalmente, como lo menciona María Chaves (Ob. Cit.), durante el siglo XVIII y el siglo XIX se empieza a ver una nueva forma de sometimiento de los esclavos: la esclavitud jornalera. Se trataba de un mecanismo por el cual los esclavistas recibían una suma diaria de parte de los esclavos en compensación por su libertad.
Esto fomentó el establecimiento de territorios ampliamente poblados por afrodescendientes, quienes, a través de insurrecciones y de la adquisición paulatina de derechos, lograron constituir comunidades que, hasta la fecha, siguen siendo dominadas por la cultura afrodescendiente. Así mismo, el mestizaje permitió la ampliación de su cultura y tradiciones, constituyendo una de las identidades más significativas de la nacionalidad colombiana.
Oportunidades que brinda la palmicultura a los territorios afrocolombianos
La palmicultura ofrece a los territorios afrocolombianos no solo una fuente de ingresos, sino la posibilidad de consolidar socialmente regiones enteras. Durante siglos, los territorios afrocolombianos han sido sometidos al abandono; aunque la abolición de la esclavitud se promulgó oficialmente en 1851, la libertad legal no vino acompañada de un desarrollo equitativo. Los territorios poblados por comunidades étnicas (afrodescendientes e indígenas) han sido golpeados por la violencia y las economías ilícitas. Hoy en día, la palmicultura tiene la capacidad de romper con la dependencia a economías ilícitas e informales, además de generar bienestar económico a las familias que dependen de ella.
Como se puede observar por medio de diferentes indicadores socioeconómicos, las familias palmicultoras afrodescendientes han logrado importantes avances en la superación de las condiciones de pobreza. La incidencia de la pobreza multidimensional en la población palmicultora afrocolombiana es actualmente del 11,32 % (Cenipalma, 2024)⁴, mientras que, según estudios basados en datos del censo 2018, en toda la población afrocolombiana del país es del 43 % (DANE & UNFPA, 2022, p. 32)⁵; esto, en productores que, en promedio, cuentan con propiedades de 12 ha y siembras de palma de 9,5 ha (Figura 1).
No obstante, aún persisten algunos rezagos sociales. En cuanto a educación, el 78 % de los palmicultores afrocolombianos carecen de títulos en educación superior (Figura 2); esta cifra es significativamente más alta que los demás grupos culturales identificados en la palmicultura, en donde el 58 % menciona no contar con título de educación superior.
Así mismo, el 71 % de los palmicultores afrocolombianos manifiestan no haber padecido de hambre o haberse quedado sin alimentos durante el último año, con lo cual se evidencia también los avances de esta población en materia de seguridad alimentaria. Para el sector palmero, es necesario seguir trabajando de la mano los gobiernos nacionales y territoriales para mejorar estos indicadores, sobre todo en lo que respecta a la educación de la población en áreas rurales dispersas.
Es cierto que la palmicultura ofrece, en primera instancia, una fuente de ingresos constantes a razón de las características agronómicas y económicas de este tipo de cultivo (principalmente, debido a que garantiza la comercialización del fruto y permite obtener rendimientos durante varios años). Sin embargo, los nuevos modelos de asistencia técnica, enfocados en la sostenibilidad ambiental y social, permiten ampliar los efectos positivos de la palmicultura a otras esferas de la vida social. El énfasis en una palmicultura con sentido humano, preocupada por el bienestar general de los productores, los trabajadores y sus familias; el respecto por los limites planetarios y la superación de los efectos del cambio climático que afecta a estas comunidades; son apuestas fundamentales de todos los actores que se incluyen en la palmicultura.
Así mismo, el gremio palmicultor apoya acciones encaminadas al fortalecimiento de planes de desarrollo basados en la atención de necesidades prioritarias para la dotación de infraestructura productiva, educativa y de salud, para que complemente los beneficios que genera la palmicultura e impulsen el desarrollo local de estas comunidades, permitiendo a las generaciones más jóvenes vincularse al desarrollo del cultivo de la palma como una forma de vida y de crecimiento profesional.
La consolidación de la palmicultura como una alternativa económica sostenible para los diversos territorios palmeros es una prioridad para el gremio palmicultor. Por ello, desde Cenipalma y Fedepalma se han implementado estrategias que se enfocan a entender y atender las necesidades propias de los productores, basadas en el conocimiento de sus condiciones sociodemográficas, como base para generar alternativas de asistencia técnica que garanticen la inclusión de estas zonas en los mercados de aceite de palma sostenible de Colombia y hacer de la palmicultura colombiana una ciudadana del mundo articulada a los objetivos de desarrollo sostenible y a la adaptación al cambio climático.
Referencias
¹. Ministerio de Educación de Colombia. (s. f.). Ministerio de Educación se une a la conmemoración del Día Nacional de la Afrocolombianidad. Recuperado 9 de mayo de 2024.
². Chaves Maldonado, M. E. (2011). Paternalismo, iluminismo y libertad. La vigencia de la Instrucción esclavista de 1789 y su impacto en la sociedad colonial. Historia y Sociedad, 21, 69-93.
³. Chaves Maldonado, M. E. (2011). Paternalismo, iluminismo y libertad. La vigencia de la Instrucción esclavista de 1789 y su impacto en la sociedad colonial. Historia y Sociedad, 21, 69-93.
⁴. Cenipalma. (2024). Caracterización de los palmicultores. Caracterización de los palmicultores.
⁵. DANE, & UNFPA. (2022). Condiciones de vida y pobreza multidimensional de poblaciones indígenas y afrodescendientes en Colombia a partir del CNPV 2018 (Estudios Poscensales de jóvenes investigadores Censo Nacional de Población y Vivienda 2018).