Por:
Esnéider Angarita Carrascal, Asistente de Comunicaciones Zona Norte.
A sus 53 años, Nelcy Vega Jurado se ha convertido en una de las productoras de palma de aceite referente en su región por su capacidad de liderazgo y compromiso en implementar las buenas prácticas agrícolas y sociales en su cultivo, y por incentivar la protección y conservación de los entornos palmeros en la vereda Socomba del municipio de Becerril (Cesar).
Desde muy niña, Nelcy, de Capitanejo (Santander), estuvo familiarizada con el campo y con las dinámicas productivas que existen en los pueblos agrícolas de Colombia. Para ella, en este se encuentra el origen y las raíces de la nación.
Lo que más me llama la atención del campo es la interacción con la naturaleza, el oxígeno que hay en él, el encontrarse consigo mismo y con la vida. Soy odontóloga de profesión, madre de tres hijos, y he vivido en la ciudad, pero me devolví para el campo porque allí viví y es donde quiero estar.
Nelcy Vega Jurado, palmicultora.
A pesar de que la violencia le arrebató en 2002 a uno de sus seres más queridos, nunca le quitó las ganas de seguir trabajando por sus sueños y metas. “Cuando me encontré de frente con la palmicultura, no era un momento agradable en mi vida porque había perdido a mi padre, me sentí devastada porque él fue un ejemplo de pujanza en mi familia”.
Pensando en regresar a la finca, a la que su padre llamó Socomba, igual como la vereda, recordaba las palabras de los amigos de su papá que le decían: “china, no deje acabar la finca”. También, sentía el respaldo de su mamá y su hermana para retomar lo que él había dejado. Ella sabía que debía regresar al campo porque una voz en su interior le decía que podía con todo.
Fue así como en 2005 regresó para recuperar el negocio familiar, un proyecto de siembra de 24 hectáreas que dejó su papá. Luego, Nelcy logró pasar a 44 hectáreas con una producción inicial de 13 toneladas por hectárea para el año 2012. Más adelante, los resultados y las buenas prácticas que implementó en su cultivo hablaron por sí solos: hoy en día cuenta con una producción que ronda las 30 toneladas por hectárea año (t/ha/año).
Regresé a la finca para aprender de la palma, a enfrentar mis miedos y a empezar a creer en mí y en la gente. Esta meta la logré gracias a la motivación que me dieron en el Grupo Empresarial Oleoflores, mi familia y mi exesposo Jorge. Empecé a implementar las mejores prácticas agronómicas de la manera correcta, de la mano del equipo técnico y social del núcleo palmero. Poco a poco fui conociendo más sobre el riego y el plateo... Yo les digo a mis colaboradores que amen lo que hacen, así como lo hago yo con las palmas. Hasta el momento produzco alrededor de 30 t/ha/año y por eso no me atrevo a decir hasta dónde puedo llegar.
Nelcy Vega Jurado, palmicultora.
Además, afirma que todos los palmicultores pueden ser un ejemplo en sostenibilidad, y que en la finca se ha estimulado la implementación de plantas nectaríferas, cercas vivas, reducir el uso de químicos y se concientiza sobre el buen uso del agua. También promueve el respeto por la flora y la fauna que hay en el territorio. “Este planeta es donde vivo y no necesito ser estudiada por cuidarlo”, asegura.
Desde 2012 la finca Socomba cuenta con cuatro trabajadores formalizados y tres colaboradores bajo la figura de contrato temporal. Nelcy es una palmicultora que se siente plenamente feliz de contratar y de tener personal que cuente con todas las garantías de un trabajo digno y seguro. Además, resalta que en la finca no hay funcionarios, hay una familia y se llama la familia Socomba.
“En la finca por pequeño que sea el accidente o la tarea, ellos y sus familias deben estar protegidos. Realmente este negocio es una cadena. Yo les digo a mis colaboradores que mi papá me enseñó que, si yo crezco, los demás también tienen que crecer. Con gran orgullo puedo decir que seguiremos generando empleo y trabajo digno cada vez más en la finca Socomba”.
Una palmicultura sostenible
Con la energía que la caracteriza, Vega hizo parte de “Sembrando futuro, por un río Maracas protegido y reforestado”, una campaña ambiental creada por el Programa de Aceite de Palma Sostenible de Colombia (APSCo), en conjunto con el Grupo Empresarial Oleoflores S. A. S. y la Asociación de Palmicultores de Becerril (Asopalbec), para concientizar a los productores de palma de aceite sobre cómo proteger a las especies endémicas que habitan alrededor del río Maracas. Asimismo, realizó un compromiso simbólico con los niños y niñas de la vereda para que fueran los encargados de salvaguardar las especies nativas de la región.
“Gracias a la sostenibilidad he combinado el trabajo en comunidad y el tema ambiental. Todo lo que se hace debe tener un beneficio. Es así como, he seguido plantando algunos árboles frutales cerca de mi cultivo como mango, limón mandarino y guanábana, también, las ardillas e iguanas vienen nuevamente a mi finca; se ven tucanes y cualquier cantidad de pájaros de diferentes colores, y en las noches he visto bajar un oso hormiguero y he podido escuchar otra vez el aullido de los micos cerca de la casa”.
Nelcy Vega Jurado, palmicultora.
Hoy en día después de haber sido una de las ganadoras del premio Reconocimiento a la Sostenibilidad Palmera por la Corporación APSColombia, en la categoría Pequeños cultivadores con énfasis en mejores prácticas ambientales, Nelcy continúa trabajando de la mano de las comunidades, centros educativos y empresas palmeras de su zona para demostrarle al mundo que la palma de aceite en este rincón del país es única y diferenciada.
“Le quiero enviar un mensaje a los palmicultores: recuerden que la palma es vida y nos beneficia económicamente a todos. Debemos pensar de manera conjunta y apoyarnos de Fedepalma, Cenipalma, los Núcleos y los trabajadores de nuestras plantaciones para seguir haciendo la tarea desde el corazón”.
Henry Córdoba: “La palma de aceite, un cultivo que alcanza para todos”