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“Mi esencia siempre fue ser palmicultor”, Alexander Quiñones

Foto: Gabriel Alejandro Molano Rojas

Con esta convicción que nace del fervor hacia la palma de aceite, Alexander Quiñones, Gerente de la empresa familiar Alopal Company, ubicada en la vereda Dosquebradas en el municipio de Tumaco, Nariño; nos comparte cómo a través de la palmicultura ha alcanzado importantes hitos tanto en el aspecto personal, como en lo familiar y profesional.

Mi vida es una vida muy tranquila. Me considero una persona muy saludable, deportiva. De muy poca vida social. Tengo un estilo de vida diferente: prefiero dormir temprano, hacer deporte, leer y aprender muchísimo de todo lo que se pueda de la palma, que es mi pasión. Soy un hombre muy familiar, con dos hijos y una bella esposa, quien también forma parte de este proyecto maravilloso de la palma.

Su camino inició siendo muy joven como estudiante universitario. “Mi historia de amor con la palma, porque yo hablo así de mi relación con la palma: para mí es una historia de amor, comenzó como un proyecto de grado para graduarme de economista en la Universidad de Nariño. Eso fue allá como por los años 2001, que empezó esta historia. Este proyecto luego lo convertí en mi negocio. Hoy en día ya dejó de ser un proyecto, un negocio, y se ha convertido en mi pasión”, asegura.

Alexander Quiñones
Foto: Gabriel Alejandro Molano Rojas.

La lección de sacar algo bueno de lo malo

Alexander inició su producción en la palmicultura con la variedad guineensis, pero una gran pérdida lo llevó a cambiarla. “Desafortunadamente, sufrí los embates de la enfermedad llamada Pudrición de cogollo (PC). Fue un momento muy duro, pero de mucho aprendizaje. Gracias a esa coyuntura pude explorar en cultivos alternativos. En una época sembré arroz, fui cacaotero también, cultivé mucho plátano asociado con el cacao, y bueno, cuando uno ya conoce este negocio de la palma es muy difícil no volver. Entonces, ese momento de dedicación a esos otros cultivos fue como un momento de transición. Siempre tuve claro que iba a volver a ser palmicultor”, recordó Alexander.

Cuando este productor tuvo claro que ya había unos cultivares que eran tolerantes a la enfermedad que lo había devastado, empezó a indagar cuál variedad específicamente tenía mejor desempeño en su zona. “Esa investigación dio como resultado que los Amazon se estaban comportando muy bien y decidí sembrar Amazon en el 2011”, comentó.

Luego, con la finalidad de no tener toda la plantación sembrada en el mismo cultivar, Alexander Quiñones buscó otra alternativa y se dio cuenta de que otra variedad también estaba comportándose muy bien en su región.

También sembré unas áreas con Coarí x LaMé y, bueno, no fue fácil, pero ‘al que le gusta, le sabe’, y aquí estamos nuevamente haciendo palmicultura de verdad. Esa es una de las ganancias que nos dejó la PC, porque cuando teníamos guineensis estábamos en una zona de confort. Ese cultivar era muy rústico, no requería de tanto manejo como estos híbridos OxG. La PC nos obligó a convertirnos en verdaderos agricultores, porque realmente si nosotros no hacemos agronomía con estos nuevos híbridos, pues no vamos a tener los resultados esperados.

La bonanza que da la palma

Alexander Quiñones asegura que siempre se ha caracterizado por ser un soñador. “Desde niño he soñado y los sueños nunca paran. Siempre quise ser el mejor productor, el mejor palmicultor de Colombia. Estoy cerca de serlo y lo voy a lograr”, asegura con mucho entusiasmo.

Alexander Quiñones
Foto: Gabriel Alejandro Molano Rojas.

Y sus ideales ya comenzaron a materializarse, pues en 2021 fue premiado como el mejor mediano productor de la Zona Suroccidental. “Para esa época tenía una productividad de 7,5 toneladas de aceite por hectárea/año y, bueno, gracias a las Buenas Prácticas Agronómicas que se implementaron en su momento, y que se han seguido implementando, se obtuvieron esos resultados. Y hoy en día creo que estamos por encima de las 10 toneladas por hectárea/año de aceite en nuestra plantación”, comparte Alexander.

Esos excelentes resultados se deben a diversos factores. Uno de ellos es la zona donde se encuentran, como lo explica Alexander: “Tumaco es una zona muy rica, muy privilegiada. Me atrevería a decir que es la zona con mayores fortalezas, no solo para palmicultura, sino para establecer otro tipo de productos. Tenemos unos suelos muy productivos, tenemos un régimen de lluvia apropiado para este tipo de cultivo, la altura sobre el nivel del mar. Todos esos factores se investigaron en nuestro trabajo de grado y, bueno, tomamos la decisión de invertir allí, porque consideramos que era uno de los mejores lugares por sus características para hacer ese tipo de inversión”.

Además de las ventajas competitivas expuestas, Alexander menciona otra gran fortaleza de su zona: “somos el segundo puerto sobre el Pacífico, tenemos frontera con Ecuador y todas esas cosas son fortalezas para la zona que la hacen una zona atractiva para establecer este tipo de proyectos”.

Alexander Quiñones
Foto: Gabriel Alejandro Molano Rojas.

Gracias a su visión y enfoque de elegir las mejores opciones que favorezcan su labor y pasión como palmicultor, Alexander destaca la importancia de ser afiliado a Fedepalma: “Me da ciertos beneficios, además, de que te da estatus en el gremio. Tú tienes beneficios, por ejemplo, para eventos y tener descuentos especiales. La literatura se comercializa a través del gremio, tienes también descuentos, acceso a la información. Y en cuanto a Cenipalma, esta corporación es nuestro brazo investigativo, es como nuestro soporte, que nos genera tranquilidad en el tema de control de plagas y enfermedades. Es una institución muy fuerte en términos de investigación y, bueno, eso te da cierta tranquilidad, porque te sientes respaldado”.

Luego del reconocimiento obtenido en su gestión de producción, Alexander Quiñones le gustaría dar el siguiente paso: llegar al sector de la industrialización de su materia prima. Y hacia esa ruta encaminará ahora su siguiente sueño, el cual seguramente alcanzará gracias al ahínco que siempre ha demostrado hacia la palmicultura, un sentimiento que siempre expresa abiertamente:

La palma me ha dado felicidad, tranquilidad, estabilidad, calidad de vida y mucho amor por la naturaleza, por la gente. La palma realmente lo es todo para mí.

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