martes, 18 de noviembre de 2025 - ISSN en línea 2744-8274

Carlos Julio Sánchez: “La palma es nuestra pensión”, un cultivo con mucho futuro

Carlos Julio Sánchez
Foto: Gabriel Alejandro Molano Rojas

Rostros de la palma

En las extensas sabanas del Casanare, donde el sol irradia copiosamente para hacer prósperos los frutos de la tierra llanera, Carlos Julio Sánchez Sánchez y once socios más han obtenido de la palma de aceite no solo una fuente de ingreso, sino también un camino para su retiro. En 2008 conformaron la Asociación de Palmicultores de Yopal, Asopalca, destinada a la producción de fruto de palma de aceite, para lo cual comenzaron la siembra en 2011 y 2012 en el predio llamado Los Peralejos, ubicado en el municipio de Orocué, vereda Brisas de Maremare.

“A este proyecto nosotros lo llamamos El futuro es la pensión”, comparte Carlos Julio con un sincero tono de confianza. Con esta visión, él y sus compañeros, con edades alrededor de los 60 años, encontraron en la palma una inversión a largo plazo, una especie de ahorro verde que asegura una estabilidad para sus años dorados.

El valor de la asociatividad

Carlos Julio no duda en subrayar lo importante que ha sido estar vinculados al núcleo empresarial Aceites Manuelita de Altamira y a organizaciones, como Fedepalma y Cenipalma. “Nosotros formamos parte del núcleo de Altamira y esto significa grandes beneficios: ellos nos representan, nos asesoran sobre los cultivos, nos compran el fruto y se hacen cargo del transporte. Son excelentes”, reconoce con gratitud.

Además, resalta la formación constante que han recibido: “Con Fedepalma llevamos alrededor de dos años y hemos estado en varias capacitaciones de Cenipalma sobre enfermedades y plagas. Hemos tenido una buena asesoría y acompañamiento”.

La experiencia de Asopalca es un ejemplo del poder de la asociatividad. Unidos no solo logran mayor fuerza comercial, sino que también comparten conocimiento, acceden a créditos y consiguen acompañamiento técnico de elevada calidad.

Plantar hoy para cosechar por generaciones

Desde su fundación, Asopalca ha sembrado 180 hectáreas de palma y se proyecta para sumar otras 100. Su ánimo de seguir creciendo responde al deseo de dejar una organización más próspera para el relevo generacional. “Tenemos hijos y el plan es que ellos próximamente tomen las riendas del proyecto”, asegura el representante de Asopalca. Aunque muchos están estudiando, unos terminando el bachillerato y otros en la universidad, la idea de que las nuevas generaciones continúen con la empresa familiar ya está echando raíces.

En el mundo de la palma de aceite, los resultados no son inmediatos e implica superar muchas variables. Una de las primeras que enfrentaron los socios que fundaron Asopalca fue buscar financiación porque no tenían recursos. “Obtuvimos créditos con el Instituto Financiero de Casanare para llevar a cabo esta iniciativa y nos colaboraron. Y para que nos aprobaran el crédito para el proyecto hicimos una alianza con Altamira, para que nos comprara el fruto. Desde entonces contamos con el acompañamiento de Altamira”, explica Sánchez.

Otro aspecto de gran relevancia son los cuidados que exige la palma de aceite:

Muchas veces la gente piensa que, porque la palma nativa produce el cuesco y no se le mira enfermedades, lo mismo pasa con la palma de aceite, pero sucede lo contrario. Esta palma es muy delicada y exige muchos recursos y estar muy pendiente de ella, para que no adquiera enfermedades.

El gran punto a favor es que el cultivo de palma de aceite es una alternativa muy buena en términos económicos. “Así como se le da en fertilizantes y demás cuidados, la palma de aceite también produce muy buenos dividendos”, puntualiza Carlos.

Con este ejemplo de vida de 12 hombres en Orocué se comprueba una vez más que la palma exige, pero también devuelve en gran medida si hay esfuerzo, unión y visión de futuro.

El Palmicultor
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