martes, 18 de noviembre de 2025 - ISSN en línea 2744-8274

Caracterización socioeconómica de los palmicultores: insumo para transformar la extensión

Julián Becerra
Foto: archivo

*Edición especial abril de 2025

Uno de los mayores retos que enfrenta la exten­sión tecnológica en el sector palmero, es cerrar la brecha entre las soluciones disponibles y las realidades de quienes cultivan palma de aceite en Colombia.

Como respuesta, en la Dirección de Extensión impulsamos desde 2021 un ejercicio riguroso de caracterización socioeconómica de producto­res, con un enfoque prioritario en los de menor escala durante 2024. Este trabajo, desarrollado en alianza con los núcleos palmeros, represen­ta un avance significativo en la comprensión del productor palmero y abre nuevas posibilidades para rediseñar con mayor precisión nuestras es­trategias de intervención.

Contar con información detallada sobre quién produce, en qué condiciones y con qué capaci­dades, permite orientar acciones más efectivas y contextualizadas. Hoy sabemos, por ejemplo, que una proporción considerable de los palmi­cultores pertenece a la tercera edad, lo cual re­presenta un reto adicional para la adopción de innovaciones o la toma de decisiones con ma­yor nivel de riesgo. También hemos identificado que las mujeres, pese a su rol central en la eco­nomía del cultivo, aún enfrentan barreras para ser reconocidas como protagonistas del nego­cio. Además, las condiciones de pobreza multi­dimensional superan en incidencia a la pobreza monetaria, lo que evidencia desafíos estructura­les más profundos que afectan la sostenibilidad del sector.

Estos hallazgos exigen de nuestra parte una reflexión profunda. El modelo tradicional de asistencia técnica no responde adecuadamente a las realidades de poblaciones que lo han dado todo por la palmicultura y que hoy están enve­jecidas, tampoco a las necesidades de las zonas en conflicto o contextos en donde el relevo ge­neracional es fundamental para la sostenibilidad del cultivo. La caracterización revela esa des­conexión y plantea la necesidad de transformar el enfoque de extensión. Requerimos servicios más inclusivos, flexibles y alineados con las ca­pacidades reales de cada territorio.

Las diferencias entre regiones también resul­tan evidentes. Mientras en Tumaco casi la mitad de los productores de pequeña escala son muje­res, en la Zona Central predomina una visión más tradicional del rol productivo, donde las decisio­nes continúan concentradas en figuras masculi­nas adultas mayores, con baja participación de mujeres y jóvenes en el manejo del cultivo.

En la Zona Oriental, el 94% de los produc­tores sabe leer y escribir, mientras que en otras zonas persiste el analfabetismo. Es fundamental que estas particularidades se reflejen en nuestros métodos de extensión, los cuales deben resultar culturalmente pertinentes y sensibles al contexto.

A partir de ahora, los datos de la caracteriza­ción se convierten en una brújula para nuestro quehacer. Nos permitirán planear estrategias segmentadas por escala, generación, rol familiar y acceso a servicios, con un enfoque orientado a resultados medibles. También facilitarán una mejor articulación con otros actores del desarro­llo rural, con quienes compartimos el compro­miso de mejorar las condiciones de vida de las familias palmicultoras.

En la extensión no existen recetas universales. Sin embargo, hay principios que debemos for­talecer: pertinencia, escucha activa, innovación social y territorialización. Gracias a esta carac­terización, contamos ahora con un mapa que orienta nuestras acciones con mayor claridad. El reto consiste en traducir esos datos en iniciativas que dignifiquen al productor, impulsen la soste­nibilidad y fortalezcan el tejido humano que sos­tiene la palmicultura colombiana.

Reconocer la diversidad de condiciones en el campo también nos lleva a consolidar metodo­logías participativas. La información por sí sola no transforma realidades; lo hace el diálogo constante con los productores, la validación en campo y la capacidad de adaptación.

La caracterización nos recuerda que detrás de cada hectárea cultivada hay una historia, una familia, una comunidad. No se trata solo de au­mentar rendimientos, sino de generar bienestar. Por eso, avanzar hacia una extensión transforma­dora exige comprender los sueños, las preocupa­ciones y los límites de quienes ven en este cultivo un proyecto de vida. Nuestro desafío consiste en acompañarlos con respeto, herramientas útiles y una visión compartida de futuro.

La sostenibilidad del sector dependerá, en gran medida, de nuestra capacidad para cerrar brechas: de género, generacionales, económi­ca, tecnológicas y sociales. Esta caracteriza­ción constituye el primer paso para asumir ese compromiso con mayor responsabilidad y pre­cisión. También representa una invitación a los múltiples actores vinculados al sector, a sumar esfuerzos desde sus respectivos ámbitos, para que ninguna familia palmicultora quede exclui­da de las oportunidades de desarrollo.

Finalmente, esta mirada integral al productor abre una oportunidad para renovar la confianza entre la institucionalidad y nuestras comunida­des palmeras. En un entorno donde las condi­ciones cambian rápidamente ya sea por el cli­ma, los mercados o el contexto de seguridad, necesitamos construir relaciones más sólidas y cercanas. La caracterización ofrece la base, la acción colectiva generará los resultados.

En Cenipalma mantenemos nuestro compro­miso con una extensión centrada en las per­sonas, que potencie las capacidades locales, promueva la equidad y contribuya a una palmi­cultura resiliente, innovadora y sostenible.


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