Por:
David Arturo Munar Flórez, Asistente de Investigación – Programa de Procesamiento y Usos de Cenipalma
Nidia Elizabeth Ramírez Contreras, Investigadora Posdoctoral, Líder del Área de Biorrefinería y Sostenibilidad – Programa de Procesamiento y Usos de Cenipalma
Yenifer Tamara Gómez Franco, Pasante área de biorrefinerías – Programa de Procesamiento y Usos de Cenipalma
Jesús Alberto García Núñez, Coordinador Programa de Procesamiento de Cenipalma – Programa de Procesamiento, Área de Calidad y Nuevos Usos
Existen tecnologías capaces de transformar residuos agrícolas, forestales e incluso urbanos en recursos valiosos que mejoran los suelos, combaten el cambio climático y generan energía limpia. Una de las más prometedoras es el biocarbón, también conocido como biochar, un material similar al carbón vegetal que se perfila como una herramienta versátil para avanzar hacia un futuro más sostenible. Se trata de un material poroso y rico en carbono que se obtiene al calentar biomasa a altas temperaturas en un ambiente sin oxígeno, mediante un proceso llamado pirólisis. A diferencia de la combustión, este proceso no quema la materia orgánica, sino que la descompone térmicamente, concentrando el carbono en una forma muy estable. El resultado es un producto que puede permanecer en el suelo durante siglos, secuestrando carbono que de otro modo estaría en la atmósfera.
El equipo del área de Biorrefinerías y Sostenibilidad de Cenipalma participó en el Congreso Internacional Biochar IV, realizado en Santa Marta, Colombia. Este evento es uno de los encuentros científicos más relevantes a nivel mundial sobre biocarbón y sus aplicaciones. Durante su participación, Cenipalma presentó los avances alcanzados en la remoción de contaminantes en aguas residuales mediante el uso de biocarbón, con énfasis en la relación entre sus propiedades y las condiciones del proceso de pirólisis, particularmente en la recuperación de nitrógeno y fósforo presentes en los vertimientos generados por la agroindustria de la palma de aceite. Tema de gran interés por parte de la comunidad internacional, destacando el posicionamiento del sector palmero como una fuente sostenible de biomasa para el desarrollo de la bioeconomía.

Las investigaciones y experimentos presentados en el Congreso Internacional Biochar IV: Production, Characterization and Applications revelan que el biocarbón es mucho más que un mejorador de suelos, ya que sus aplicaciones abarcan múltiples sectores. En el ámbito agrícola, mejora la fertilidad y la estructura del suelo, lo que se traduce en una mayor retención de agua y nutrientes. Además, reduce el uso de fertilizantes químicos al disminuir la pérdida de nutrientes como el nitrógeno, que suele perderse por lixiviación y escorrentía. También actúa como un fertilizante de liberación lenta, proporcionando nutrientes de forma gradual a las plantas, lo que favorece un crecimiento más sostenido y eficiente. En cuanto a su impacto ambiental y climático, el biocarbón desempeña un papel fundamental en la mitigación del cambio climático. Tiene la capacidad de capturar carbono a largo plazo, almacenándolo de forma estable en el suelo, y contribuye a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, como el óxido nitroso (N₂O), uno de los más potentes. Asimismo, se utiliza en el tratamiento de aguas residuales y residuos sólidos, gracias a su alta capacidad para remover contaminantes y mejorar la calidad del agua y del entorno.
Más allá del sector agroambiental, el biocarbón también está encontrando aplicaciones emergentes en la industria y la construcción. Por ejemplo, se investiga su uso como sustituto de materiales fósiles en la fabricación de plásticos, tintas y compuestos, en reemplazo del negro de carbón. En el ámbito de la construcción sostenible, se estudia su incorporación como aditivo en materiales e incluso en procesos de impresión 3D de viviendas utilizando plásticos reciclados. En lo que respecta a la generación de energía renovable, el proceso de pirólisis que produce biocarbón también genera gases de síntesis y alquitranes, los cuales pueden aprovecharse para la producción de energía. Esto permite cerrar el ciclo de aprovechamiento de la biomasa, integrando sostenibilidad, eficiencia energética y economía circular en una misma solución tecnológica.
A pesar de su enorme potencial, el camino hacia una adopción masiva del biocarbón enfrenta varios desafíos importantes. Uno de ellos es la estandarización y control de calidad, ya que no todos los biocarbones son iguales: sus propiedades varían considerablemente según la materia prima utilizada y las condiciones del proceso. Por ello, es fundamental desarrollar estándares que garanticen su eficacia y seguridad en cada aplicación. También es necesario optimizar los procesos de producción para que sean económicamente viables a gran escala y competitivos frente a otras alternativas. A esto se suma la necesidad de contar con políticas públicas y marcos regulatorios claros que incentiven su producción y uso, así como de generar confianza y aceptación entre las comunidades y los agricultores. Finalmente, aunque los hallazgos actuales son prometedores, se requiere más investigación aplicada a gran escala para comprender plenamente sus efectos a largo plazo en distintos ecosistemas y perfeccionar sus aplicaciones.
El biocarbón representa una solución gana-gana: convierte un problema —los residuos— en múltiples oportunidades para la agricultura, el medio ambiente, la industria y la energía. Su implementación exitosa es un paso clave hacia una economía circular, en la que los recursos se aprovechan al máximo y se minimiza el impacto ambiental. Para lograrlo, es indispensable la colaboración entre científicos, empresas, gobiernos y la sociedad en general.




