martes, 18 de noviembre de 2025 - ISSN en línea 2744-8274

Benigno Vásquez Rodríguez, un palmicultor que reconoce la proyección que brinda certificarse

Benigno Vásquez Rodríguez, un palmicultor que reconoce la proyección que brinda certificarse
Foto: Gabriel Molano Rojas

Rostros de la palma

Un importante núcleo palmero en la Zona Oriental del país es Aceites Manuelita, al que pertenece Benigno Vásquez Rodríguez, propietario de la finca La Estrella de 87 hectáreas, ubicada en el municipio de San Carlos de Guaroa, departamento del Meta.

Vásquez es nativo de la zona y conoció el proyecto de Aceites Manuelita desde que llegó a la región en 1988. “Desde entonces quise ser palmicultor y en el año 2004 compré la semilla e inicié con un área de 20 hectáreas y en el momento es lo que tengo en producción. En palma siembra 2005 tengo 20 hectáreas y las de siembra 2023 tengo alrededor de 11 hectáreas híbrida”, relata.

Para este palmicultor llanero es muy importante contar con el apoyo de Fedepalma y Cenipalmam, y formar parte del núcleo de Manuelita. “Yo vivo muy agradecido con Cenipalma y con nuestro núcleo Aceites Manuelita, porque nos brinda la asistencia técnica”, expresa.

Con respecto al proceso de certificación, Vásquez afirma que lleva el proceso bien adelantado con el apoyo del personal de Cenipalma. “Confiamos en Dios que este año logremos certificarnos”, asegura.

“Primero, la idea es cumplir con toda la normatividad y, segundo, obviamente se sabe que, si no estamos certificados, no se va a poder vender el fruto a futuro” son las razones que Vásquez expone como motivación para buscar la certificación.

Un legado con estrella

Debido al arduo trabajo hecho por este palmicultor, a la producción alcanzada, a la posibilidad de ampliar el área con la compra de otro terreno, a la adquisición de dos tractores, a una vivienda en Villavicencio y al estudio de sus hijos, para Vásquez “la palma ha sido muy sagrada”.

Los sueños de este dedicado palmicultor es que sus hijos, una joven de 17 años y un adolescente de 15 años, continúen con su legado. Además de los trabajadores con los que cuenta Vásquez, uno de planta y dos por contrato ocasional para realizar las cosechas en los fines de semana, sus hijos están muy involucrados con las labores del cultivo.

Ellos estudian en Villavicencio, pero todos los fines de semana llegan a ayudar con el tractor o en la recolección de pepa suelta. Obviamente, para uno es muy motivante, porque la palma de aceite es de donde salen los recursos para el sostenimiento de ellos y también van aprendiendo a vivir, a conocer el trabajo de uno y para que sigan con este legado.

Por lo pronto, una vez que el área sembrada en 2005 esté lista para erradicar, la cual ya tiene 19 años, los planes de Vásquez es nuevamente renovar la plantación.

Con casi dos décadas de trabajo dedicado al cultivo de palma de aceite, el señor Vásquez no solo ha sido testigo de los cambios y desafíos del sector, sino también protagonista de un proceso de transformación hacia prácticas más sostenibles. Hoy, su finca está cerca de alcanzar la certificación, un logro que representa no solo el fruto de su esfuerzo, sino también la promesa de un legado sólido y responsable para sus hijos y para el futuro de la palmicultura en Colombia.

Gabriel Alejandro Molano Rojas
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Especialista de Comunicaciones
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